res, siempre que la propuesta sea creíble y transparente. Aquí es donde sostenibilidad y rentabilidad se encuentran, una estrategia de packaging sostenible también mejora el retorno económico. Menos peso y volumen significa menos costes en transporte y materias primas. Apostar por materiales reciclados minimiza impuestos y tasas. Y un envase recargable puede convertirse en una experiencia premium que abre nuevos modelos de negocio y genera fidelización. Y todo ello impacta directamente en la reputación, en la confianza de los inversores y en el acceso a nuevas fuentes de financiación verde. Una idea clave: lo que no se mide, no se mejora. Medir resultados es imprescindible, desde la tonelada de materiales ahorrados hasta la huella de carbono evitada, pasando por la evaluación del engagement o la percepción de sostenibilidad de los clientes. Integrar estos indicadores al reporting corporativo y al marketing transforma la sostenibilidad en un argumento tangible de retorno de la inversión y conecta el lenguaje de la sostenibilidad con el de los negocios. Yo pienso que un error muy común es ver las regulaciones como un obstáculo. La clave está en entenderlas como una hoja de ruta. Cada exigencia legal y cada nueva preferencia del consumidor son, en realidad, palancas de transformación estratégica. Integrar la sostenibilidad en el corazón de las empresas no solo asegura el cumplimiento normativo, sino que permite innovar, diferenciarse, optimizar costes en toda la cadena de valor y así mejorar los márgenes. Estamos ante una oportunidad única para redefinir el futuro de la belleza. La sostenibilidad no es una tendencia pasajera ni un requisito aislado, es el nuevo lenguaje del sector, un lenguaje que combina estética, responsabilidad y negocio. La pregunta no es si podemos adaptarnos, sino cómo queremos liderar este cambio. Si lo hacemos de manera anticipada y con visión estratégica, la sostenibilidad no será una obligación, sino una ventaja competitiva. Hacerlo solo por complience no va a generarnos ninguna ventaja. Es importante entender que la transformación no será viable si no involucra a toda la cadena de valor: los directivos que toman decisiones, los inversores que apoyan el cambio, los diseñadores que crean experiencias, los consultores que acompañan procesos, los medios de comunicación que divulgan, los proveedores que innovan y los consumidores que eligen. Todos tenemos la responsabilidad compartida de impulsar este proceso, cambiando la mentalidad de la sostenibilidad como un coste, hacia un motor de innovación y competitividad. El cambio en beauty ya no es una cuestión de futuro. Asumir el reto hoy, permitirá a las marcas liderar, diferenciarse y crecer en un entorno donde cumplir con el planeta, es la mejor inversión a largo plazo. The world of cosmetics and perfumery has always had something magical about it: packaging that moves you, that tells stories, that makes you dream and feel truly special. But today, the packaging we care about (and invest in) so much is at the center of a massive transformation. It’s no longer enough for it to be beautiful and innovative, to convey messages and be connected to technology at the same time. Now it also has to be responsible for the planet! We all know that, until relatively recently, being sustainable was a voluntary choice, a bonus for some visionary brands. Today, it has become an unavoidable obligation. The data makes it clear: in Europe, 40% of the plastics consumed come from packaging, and half of marine litter comes from the same source. Each European generates around 190 kilos of packaging waste per year. It’s no surprise that Brussels has stepped up regulations to transform how we design, produce, and manage our waste, with an ambitious legislative package that will change the course of packaging. From the new Packaging and Waste Regulation (PPWR) to the Anti-Greenwashing Directive and the future Digital Product Passport (DPP), with its eco-design regulation for sustainable products. For me, this is a very interesting moment because we can approach this whole movement in two ways: we can experience sustainability as a regulatory burden that increases costs and limits creativity, or we can leverage it as a lever for innovation, reputation, and ensuring greater long-term profitability. Consider the new European Packaging Regulation, which will come into force in 2026 and requires us to rethink how we design recyclable, reusable, or compostable packaging. We must reimagine every link in the chain, seeking single-material or easily separable systems that facilitate recycling and reduce environmental impact. The same is true for Refill 2.0, which is evolving from simply refilling to focus on creating “forever packaging.“We must design luxury objects so beautiful and functional that consumers want to keep them, reuse them, and share the experience. At the same time, the digitalization of packaging is advancing 34TEMA CENTRAL I MAIN TOPIC El nuevo lujo es circular: de la obligación a la oportunidad Mariano Lesser, CEO Blomon* *Consultora híbrida (humanos + Ai) que ofrece soluciones para enfrentar los principales desafíos de la industria beauty.
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